Ingresa

Blog de Todo Mamá

La historia de un Parto soñado

La historia de un Parto soñado

Desde que quedé embarazada la primera vez, soñaba con dar a luz en un parto natural.

Revisé muchos videos de cómo pujar correctamente, de mujeres que parían sin anestesia y afirmaban que era muy “fácil”, me dije muchas veces… esto tiene que ser posible.

Bueno la realidad es que con Ben las cosas no pasaron como esperaba… primero, me tuvieron que poner medicamento para parar contracciones tempranas, luego a la hora de cumplir las 40 semanas las contracciones no llegaban, no se regularizaban, no pasaba nada…

Mi doctora en ese momento me dijo que debíamos inducir el parto, que no podíamos pasar la semana 41. Recuerdo ese día, como me sentí… lloré, lloré porque yo quería parir. Lloré porque no lo estaba logrando. Recuerdo que llamé a la doctora y le pedí que por favor que me dejara esperar unos días más, que yo haría de todo para que mi hijo decidiera salir de forma natural… Ella me dijo “ok, pero igual no ocurrirá Oriana, no vas a parir”. Que frase tan lapidaria, la recuerdo hoy como si fuera ese día.

Bueno, yo ese día y los 5 subsiguientes, subí escaleras, me puse en cuclillas, hice ejercicio, comí picante y tuve relaciones… todo lo que las recetas en internet te dan como las formas para activar un trabajo de parto. Nada funcionó, llegó el día y fui a que me pusieran mi pitocin… pero con mi kit de música y aceite de lavanda para acompañar mi labor de parto…

Al final y para hacer el cuento corto, parí… parí sin sentir nada… cuando tenía 4 cm de dilatación pedí Epidural, se tardaron lo suficiente como para que mi trabajo de parto no se viera afectado y llegaron cuando ya tenía 8 cm y medio… en medio de la novatada del chico, me puso más epidural de lo que debía y yo no tuve idea ni de cuando pujar… solo sé que en medio del proceso me hicieron una episiotomía que nunca fue discutida, ni consultada y que por supuesto no sabía cómo afectaría mi vida.

Mi recuperación fue lenta, había perdido mucha sangre en el proceso, el corte me dolía horrible… recuerdo decirme muchas veces que eso de que la recuperación de parto era mejor que con cesárea era una gran falacia! yo estaba indignada, sin fuerzas, agotada y entrando en una depresión post parto.

Con mi segundo embarazo yo necesitaba que todo fuese diferente… ¿por qué mi obsesión? !no lo sé! pero yo quería un parto bonito…

Me planteé el parto en casa, pero mi esposo no quería y conversé con personas que me lo desaconsejaron por lo no preparados que como país está Panamá para atender una emergencia que venga de un parto en casa…

Entonces, lo primero que hice fue comprar el curso de Cinthia Pomaski The Doula Challenge, luego hablé con mi médico (no era el mismo de mi primer parto), le hice todas preguntas y sus respuestas, aunque muy respetables, lo ubicaban ciertamente del lado de la “ciencia” y no de la naturaleza.

Ejemplo: un parto natural, necesita libertad de movimiento, y pujar, casi con seguridad, en cualquier posición, menos acostada… le consulté si podría hacer esto y me dijo que la realidad es que él no tenía experiencia atendiendo partos de esa forma, que ciertamente era una forma, pero era una forma con la que él no se sentía seguro. Yo aprecié la sinceridad, la humildad además para no decirme que eso no era seguro, sino que “eso era como manejar por la izquierda o por la derecha, al momento de ir a Inglaterra a un viaje en carro, quieres que tu chofer tenga experiencia manejando por la derecha” (palabras textuales) y es así…

Así que con mil dudas, decidí llamar a Ligia, doula, a quien había tenido la dicha de conocer gracias a TodoMamá, para contarle lo que me estaba pasando, y consultarle por una doctora que Paola Elízaga me había recomendado, pero que yo no lograba conseguir por ningún lugar. Además preguntarle si sabía de alguien más que me pudiese acercar a mi sueño…

Conseguí contactar a Karla Camacho, casi por un milagro de Dios o fuerza del destino. Nos vimos en una primera cita que duró como 2 horas y fue más psicológica que para ver a la bebé. Sabía que era ella.

En la vuelta de unas semanas tomamos la decisión (o la tomé yo y mi esposo solo decidió fluir conmigo porque vió lo que significaba para mi). Karla sería mi doctora, Ligia mi doula, Ethel mi fisioterapeuta y Fabian mi acupunturista… yo no sabía que necesitaría todo esto. Un poco a regaña dientes también me dejé llevar.

Llegó el día, después de muchos ires y venires que les resumiré porque ya siento que estoy escribiendo un libro… comienzan las contracciones, a las 5 pm ingresamos a la clínica, a las 7 pm seguimos con un trabajo de parto lento pero seguro, a las 9pm se paran las contracciones. No pasa nada.. mi cuerpo entra en pausa absoluta.

Comienzo a preguntarme qué pasa, por qué está ocurriendo esto.

Comienzo a cuestionarme… por qué mi cuerpo no quiere avanzar más, qué estoy haciendo mal, cómo puedo arreglarlo…

Le pregunto a Ligia y me comienza a sutilmente preparar para una posible Cesárea. Me niego. Le escribo a Karla, le pido que me rompa la bolsa. Karla llega y me dice que no vale la pena romper la bolsa. Que el proceso se paró porque la bebe no esta ya en posición. Me habla directamente de cesárea. Me niego.

Ir a la cesárea siempre fue una opción claro… pero nunca una opción estando en perfectas condiciones. Nunca una opción solo porque a la clínica no podíamos decirle que nos íbamos y volveríamos en otro momento… esto no me podía estar pasando así nada más…

En el cuarto de al lado nace un bebé, se escucha el llanto. Yo lloro aún más…

No, a mi que me rompan la bolsa… con Ben la sentencia de la doctora era que yo “no pariría” pero lo parí. Así que yo debía al menos intentarlo…

Cuando me rompen la bolsa, comienza un dolor intenso… tan intenso que no resisto ni un segundo estar acostada, no me pueden terminar el tacto porque grito del dolor, necesito pararme. Me levanto y contracción tras contracción voy perdiendo mis ganas. Mi decisión se comienza a desvanecer.

Entro en la ducha a ver si el agua caliente calma el dolor… no, no calma nada. Nada se ve como en lo que había visto en videos ni en el libro de Ina May Gaskin. Yo siento que me voy a morir, que me rompo… comienza a ser todo cada vez mas intenso y ahí comienzo a suplicarle a mi doula y a mi esposo que llamen a la doctora, que por favor hagan algo… que yo no puedo más.

Los veo a los ojos, en cada pausa que me da mi cuerpo les ruego que me ayuden… que no puedo. Mi mente no sabe lo que está pasando, solo piensa “que la bebé no está en posición”, no tengo seguridad. Pienso que algo esta mal…

De repente la siento bajar, ese pujo la trajo a mi entrepierna… le digo a Ligia, “la tengo entre las piernas”. Ella me dice que me toque, que la sienta… muevo mi mano con temor… sí, está ahí. Ligia sale corriendo a buscar a la enfermera para llame a la doctora, nos quedamos mi esposo y yo. Yo no sé qué hacer, tengo miedo. No recuerdo nada.

Todo pasa muy rápido. La enfermera no entiende porque estoy en el baño, me urge a que me mueva a la cama. Le digo que no puedo. Mi esposo me carga a la cama (creemos, nadie lo recuerda). Me piden que me acueste, me niego con mucho dolor. Miedo. Ligia me repite, la vela… recuerda la vela, no pujes. Yo pienso en la vela. Imagino mi cuerpo desgarrándose mientras soplo la vela con el pujo. Tengo miedo. Hay gritos entre la enfermera y yo.

De la nada siento que mi bebé sale.. el alivio es inmediato. Son las 12:00 a.m. Bella Hinners llega al mundo. Mi esposo llora, Ligia llora… yo la busco desesperada. La tengo.. me la entregan. Llega Karla. Todo en orden. No hay desgarros. Bella está sana. Vienen más contracciones… puja la placenta. Dios no… no más dolor. No quiero pujar nada. Puja otra vez. Una vez más… Por Dios, no más, pienso… no tengo fuerzas. Sale la placenta. Wow… nunca imaginamos que así era. Grande, bonita… “El árbol de la vida” la llaman…

Placenta

Mi bebe está en mi pecho, cordón latiendo. Pinzamos, cortamos, bebé se pega a mi pecho. Minutos sagrados que recuerdo borrosamente. Desde ese día hasta hoy, Bella duerme en paz en mi pecho y yo no encuentro mejor forma de dormir.

Casi no sangré.

Mi recuperación fue inmediata.

Ambos partos… solo que en uno dejé que mi cuerpo lo sintiera todo, lo viviera todo, se rompiera. Y lo volvería a hacer mil veces más.

Cuéntame ¿cómo fue tu parto? ¿Te convencí de dejarte vivir la experiencia de forma natural?

PD. Fotos de Ligia Fernandez, mi doula.

Oriana Leocata

Mamá Amateur
Ver todas las entradas de Oriana Leocata

Soy muchas cosas, pero sobre todas las cosas soy la Mamá de BigBen ❣️

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

nueve − siete =